Forma y CUERPO 2023

aproximaciones

Forma y Cuerpo

Al abordar esta temática proponemos estudiar la propia noción de forma en su relación con las múltiples concepciones que nos ofrece el concepto de cuerpo. Los horizontes conceptuales y las manifestaciones de trabajo que ofrece este congreso invitan a examinar estos entramados. En el análisis de las relaciones posibles entre Forma y Cuerpo, la construcción de sentido es una acción que podría comenzar por plantear algunas preguntas relevantes:

¿Como entiende la Morfología la relación entre existencia, percepción y comunicación y las nociones de cuerpo y corporalidad? ¿Qué noción de forma permitiría reconocer el cuerpo como una base epistemológica de construcción?  ¿Como se han constituido los saberes proyectuales respecto de las distintas nociones de corporalidad? ¿Cuáles son los horizontes de posibilidad que nos permiten un cabal entendimiento de las relaciones entre la morfología y la noción de cuerpo?

En las disciplinas proyectuales la relación Forma-Cuerpo ha adquirido históricamente una centralidad inequívoca. “La Morfología —afirma Roberto Doberti, es el estudio de los modos en que las culturas concretas desarrollan, material y conceptualmente, su apropiación de la espacialidad. Esta apropiación de la espacialidad deviene en objetos tangibles, en su distribución específica, en sus usos o utilidades, en conductas o comportamientos, en registros gráficos y descripciones verbales, en definitiva, en todos los modos en que se realizan y operan las formas.” (Doberti, 1977)

Este concepto podría constituirse en punto de partida para ejercer búsquedas y cuestionamientos, porque si bien este enfoque tiene una relación primaria y evidente con la disciplina arquitectónica, también posibilita abrir un territorio de indagación diversa y abierta entre cuerpo y territorio cuyo centro no resulte exclusivamente objetual. Así:

¿Cuáles pueden ser las consecuencias materiales y conceptuales en una relación triádica proyecto-forma-cuerpo? ¿Se agota esta relación en un concepto abstracto de la operación proyectual? ¿Qué otras relaciones resultan pertinentes considerar? ¿Qué posibilidades han desarrollado las disciplinas de proyecto frente a la diversidad de ejercicios culturales en los espacios individuales y colectivos que afectan el cuerpo? ¿Con qué herramientas de registro de lo vivencial humano contamos? ¿Implican metodologías que reconozcan otros modos de significar, de percibir, de proyectar? ¿Qué podemos indagar sobre la relación entre forma, cuerpo y territorio?

Situar

Pensamos que toda investigación sobre las relaciones entre forma y cuerpo exige de nosotros hacerlo en el diverso y convulso momento histórico del que somos parte y en el que se manifiestan nuevos modos de existencia para estos dos términos, que no pueden ser comprendidos desde categorías (obsoletas en su mayoría) con las que el humano construyó la estructura social y material que rige aún hoy. El trabajo morfológico suele encontrar territorios de deseo y posibilidad en el desarrollo de interacciones que escapan al control determinista, interacciones que también afectan a quienes son erosionados y transformados a través de ellas: el cuerpo moldea y deja huellas a través de dinámicas que solemos desconocer. 

Para Gastón Breyer, los espacios —desde el espacio bucal del recién nacido hasta los espacios sociales y técnicos de la vida adulta— “son estructurados en base a actitudes de captación, exploración y representación que emanan del cuerpo como ente constituyente y virtual”. (…) un saber del mundo por función corporal se sitúa en la base de la función animal; una memoria de lugares y circuitos permite al animal construir su mundo a partir de una materialidad disponible. La topografía de los lugares se inscribe en pautas de información que se archivan para uso del individuo. No se trata de procesos representacionales ni de sentidos misteriosos”. (Breyer, 1967),

El cuerpo (y digamos ahora también: corporeidades, corporalidades) no constituye únicamente materia. Resulta evidente que la relación Forma-Cuerpo no puede ser comprendida exclusivamente a través de sus aspectos dimensionales y tampoco recorriendo las abstracciones de ciertas funciones codificadas. El cuerpo vivo ejercita un habitar diverso, múltiple, en permanente batalla y, en consecuencia, las formas resultantes son hoy —más que nunca en la historia humana— una trama de posibilidades inciertas.

La historia nos ha enseñado, bajo el supuesto de plantear una oposición entre cuerpo y alma, que los ideales de belleza —de escasa relación de continuidad con la existencia real de los cuerpos­— han constituido con frecuencia ejercicios de violencia sistematizada contra todo aquello que se consideraba monstruoso o “fuera de lo normal”.

Nuestro momento, en el que el humano descubre la necesidad urgente de reconocer diversidades, demanda —a través de la propia idea de diversidad— re-conocer nuestros trabajos proyectuales, particularmente los del campo de la Forma. ¿Será necesario —plantean algunos— romper con algunos preceptos que desde el renacimiento italiano (así nos lo han transmitido) se construyeron como cánones en contraposición con tantas otras maneras humanas de existencia? ¿Habrá que reconocer e incorporar esas otredades en los proyectos? ¿Cómo? ¿Nos alcanza con enseñar y aprender sobre medidas, colores, funciones? ¿Qué herramientas actuales tenemos para la comprensión de estas nuevas formas? ¿Qué herramientas utilizamos para proyectarlas?

Nominar

Si nominar es, entre otras cosas, dominar con la razón y también hacer ver y otorgar existencia, resultará necesario intentar comprender, hacer perceptible, reconocer y habituarnos a las múltiples posibilidades que ofrece cada acto de nominación: hoy, términos como corporalidades, corporeidades, cuerpa, trans, discaintersex (y un extenso y muchas veces incómodo etcétera) emergen como respuestas a demandas que no son, en realidad, nuevas: surgen en el momento actual en tanto crítica de una violencia histórica.

De manera análoga, arte, ciencia y tecnología, atravesados por demandas de reivindicación y visibilización transdisciplinar en una multiplicidad de desarrollos morfológicos, proponen inquietantes preguntas a la cultura del proyecto y se construyen al mismo tiempo que demandan desplazamientos que no pueden ya encontrar lugar en la separación disciplinar.

Incursionar, hoy, en el concepto de cuerpo y en su relación con la Morfología requiere desplazarnos: plegar fantasmagorías a través de la presencia de conceptos que se hallan a muy variadas distancias. Saber que, en muchos casos, el abordaje de los problemas a través de los métodos de objetividad positiva resulta inviable. Entender que hoy, en el campo de la Morfología, la extensión conceptual en la relación Forma-Cuerpo suele adquirir máxima variabilidad y fluctuación.

Accionar

Los medios que el humano ha utilizado —desde la impronta de las manos pintadas en cuevas hasta los diseños digitales actuales que se precian de la descorporización de las imágenes—organizan nuestra experiencia del cuerpo a partir del sencillo acto primario de observación. Las “fugas dentro del cuerpo” y las “fugas fuera del cuerpo” en la actualidad suelen exhibirse como formas de manifestación antagónicas, pero — como afirma Hans Belting— solamente constituyen la prueba palpable de esa necesidad humana básica que requiere mantener algún tipo de relación con nuestros propios cuerpos.

En su Fenomenología de la Percepción, Merleau-Ponty afirma: “Mi cuerpo es el pivote del mundo (…) Yo soy mi cuerpo. Mi cuerpo confiere al mundo un pivote sin el cual este no dejaría de ser un vacío inhabitable o la exótica idea en una mente extraterrena.”

La idea de forma, las formas concretas, las conformaciones: existen, mutan, se transfiguran y se hacen presentes, pero también se evanescen y se ausentan. Nos ha tocado en suerte sentir, pensar, decir y hacer en medio de esta vorágine, hacer forma en un campo que fluye y que, sin duda, excede nuestra capacidad de control. Solicita hacerle espacio a una creatividad emancipadora y reconocer que operar desde la tabula rasa, inventando puntos de partida excluyentes para las operaciones formales, constituye una acción falaz.

En el campo de la producción, el análisis de la relación Forma-Cuerpo en ciudades, viviendas, objetos de diseño, indumentos, comunicaciones o en las múltiples prácticas artísticas, como también los campos proyectuales desde donde las formas se imaginan, experimentan, planifican o modifican constituyen una parte central de estas categorías materiales en crisis.

Forma-Cuerpo: Nuestra posibilidad resulta única, ya que es, en lo esencial, el estudio de la pura supervivencia humana. En SEMA proponemos desarrollar para esta ocasión trabajos sobre esta relación: que hagan existir, nombren, liberen —y, sobre todo, protejan— nuestros propios modos de estar siendo en el mundo y en todos los mundos posibles.